Hacia Los Andes #1 – Puerto Madryn to Los Altares

Today vast wide open plains contrast with the desert of yesterday on the Peninsula Valdés, enormous but this time more than just the apparently barren scrubland.  On Valdés, apart from the penguins, elephant seals and, amazingly, albatross at the water’s edge, we saw guanacos, cattle, horses; today there seem to be far fewer, the odd small group of wild horses, some sheep. The landscape is constantly changing, the white earth gives way to blood red, then white again, then the rock seems to have a greenish hue. Wide open plains close into an enormous canyon, red rock formations, near the river the lush greenery is at stark contrast to the exposed rock.

Not so far after leaving the Chubut Valley we go off the road a few kilometres to the Ameghino Dam, a vast chalky lake meets the steep red cliffs, on the other side, the small village is a green oasis of poplar trees. This ever shifting landscape, surprises me, and fills me with even more awe (if that is possible or grammatical) than before for the courage and determination of those welsh settlers nearly 150 years ago.

At the dam we eat our picnic lunch, one of the many tostadas, or toasties that we have consumed on this trip; as the road then grew rockier and the air even dryer, our desire for a sugar boosting daily ice cream treat grows ever stronger. Finally, at Las Plumas, we visit the monument to the heroic J.D.Evans and Malacara, his trusty steed; in this Wild West town we track down an heladeria, cooling sweetness in an enormous tub.

We saw condors today, rivalling my wonderment of yesterday’s legendary albatross, but these pioneers also had to contend with puma and, as I gulp down litre upon litre of water in our air conditioned hire car I can only imagine the thirst they must have experienced crossing this beautiful, enormous, windy, dry place.

Tomorrow we return to the desert, we’ll load up a few more gallons of water to go ‘off road’, over 250Km of dirt track will take us up to Gualjaina, another day of wonderment in this huge, inhospitable terrain with such friendly and welcoming inhabitants.

Hoy la pampa amplia y abierta contrasta con el desierto de ayer en la Península Valdés,  enorme pero esta vez algo más que un  matorral aparentemente estéril. En Valdés, aparte de los pingüinos, elefantes marinos y, sorprendentemente, albatros en la orilla del agua, vimos guanacos, vacas, caballos, hoy parece haber mucho menos, un rebaño pequeño de caballos salvajes, algunas ovejas. El paisaje cambia constantemente, la tierra blanca da paso a una de color sangre, luego blanco de nuevo, después la roca parece tener un matiz verdoso. Amplias llanuras cercanas a un enorme cañón, formaciones de rocas rojas, cerca del río, la vegetación verdosa en marcado contraste con la roca pelada.

Poco después de salir del Valle del Chubut salimos de la carretera y a unos kilómetros encontramos la presa de Ameghino, un lago inmenso blanquecino se linda con los rojos acantilados escarpados; al otro lado, el pueblecito es un oasis verde de álamos. Este paisaje siempre cambiante,  me sorprende, y me llena de aun más asombro (si eso es posible o gramatical) que antes por el coraje y la determinación de los colonos galeses hace casi 150 años.

Al lado la presa comemos nuestro picnic, una de las muchas sándwiches tostados que hemos consumido durante este viaje; el camino se vuelve mas rocoso y el aire mas seco, y con ello nuestro deseo de un dulce helado se hace cada vez más fuerte. Por fin, en Las Plumas, donde visitamos el monumento al heroico J.D.Evans y Malacara, su fiel corcel, en esta ciudad del Salvaje Oeste conseguimos localizar a una heladería, refrigeración dulce y enorme.

Vimos cóndores hoy, rivalizando con mi asombro de albatros legendarios de ayer, pero estos pioneros también tuvo que pelear con el puma y, mientras doy tragos a litro tras litro de agua dentro de nuestro coche de alquiler con aire acondicionado, sólo puedo imaginar la sed que deberían haber sentido al cruzar esta hermosa, enorme, lugar de viento y sequia.

Mañana volveremos al desierto, vamos a cargar unos cuantos litros más de agua para ir “fuera de ruta”, más de 250 km de camino en ripio nos llevará hasta Gualjaina, otro día para maravillar de esta tierra inmensa, inhóspita con un gente acogedora y simpática.